Nuestra Historia
La Casa Fuerte de Adeje es un lugar fascinante y lleno de incógnitas.
Su leyenda es romántica pero también oscura.
Su historia comenzó de forma modesta, con un ingenio azucarero construido por la familia genovesa Ponte. Pero pronto necesitaron defenderse de los piratas por lo que solo unos años mas tarde solicitaron permiso al Rey para la construcción de una Casa - Fortaleza y desde 1555 pudieron edificar una torre en la que se podían resguardar.
Con el tiempo, el ingenio del azúcar de Adeje prosperó y se convertiría en el mas longevo del archipiélago, extendiéndose hasta 1811. El azúcar de caña se envasaba en forma de panes y se exportaba, estableciéndose así en Casa Fuerte una gran actividad económica de origen agrario.
Ademas de esclavos, habían trabajadores libres, administradores, mayordomos...
La poderosa familia Ponte, ya Condes de La Gomera y Marqueses de Adeje, gobernó Adeje casi tres siglos, creando un impresionante archivo familiar donde se conservan testamentos, dotes, compras de tierras, inventarios de bienes, contabilidad, etc.
Sin embargo, poco se sabe de lo que se fue construyendo dentro de la Casa Fuerte entre los siglos XVI y XIX, pues carecemos de planos generales del castillo y palacio hasta 1873. Llego a ser inmenso. Tenía oratorio, graneros, cuadras, casa de calderas, enfermería, bagacera, tanque, bodega para miel, vino y aguardiente, panadería, contaduría y cuarto de azúcar. En definitiva, el mundo de Casa Fuerte era muy complejo. Un lugar siempre de trabajo y constante actividad.
A partir de 1766, al morir el último Ponte sin descendencia, los propietarios pasan a residir en Madrid. Aun así, en 1779 se computan 57 personas viviendo en La Casa Fuerte. De ahora en adelante, los administradores rinden cuentas en Madrid. En 1811 Casa Fuerte toma otro rumbo debido al cansancio de las tierras y por la peste de los gusanos, que afecta a la producción de los cañaverales. Se realiza un cambio a plantaciones de frutales, viñas.
El acontecimiento mas funesto de La Casa Fuerte ocurrió al alba del siglo XX, cuando se produce el último y mas virulento incendio que la arrasó casi en su totalidad. Fue el 9 de abril de 1902 y se perdieron para siempre sus edificios principales: el palacio y los graneros. Paradójicamente quedó en pie la antigua fortaleza torreón. Nunca se sabrá si el incendio fue intencionado o no, para rebajar el valor de sus tierras al haber desaparecido la gran mansión. Forma parte de la leyenda triste y de la decadencia de Casa Fuerte.
Afortunadamente, el magnífico archivo se salvó porque estaba guardado en otras dependencias. Y también los muebles antiguos, retratos de familia, armas y cotas de malla entre otras cosas, pues habían sido trasladados a Madrid muchos años antes.
Seria injusto no mencionar al Sr Henry Wolfson, inglés de origen judío y ruso, como promotor de la explotación agrícola en Tenerife de plátanos y tomates para su posterior comercialización en Europa, sobre todo Inglaterra.
Tanto Mr Wolfson como la empresa Fyffes habían comprado numerosas tierras, que en su día estaban vinculadas a los Ponte, los antiguos amos de La Casa Fuerte. Con ellos y otras cooperativas se alcanzó una época de apogeo agrícola que culminó en 1887.
Una nueva familia, los Curbelo de Gran Canaria, se asienta en la Casa Fuerte a partir de 1904. Levantan algunas construcciones nuevas en el interior y en la fachada, de acorde con las necesidades que imponían los nuevos tiempos. En el ala izquierda entrando por el portalon se edifica el empaquetado y en el ala derecha al norte el cuarto del guano.
Se hacían los semilleros, se trasplantaban, se recogían los frutos y se llevaban a Casa Fuerte, donde se separaban por calidad y tamaño para su posterior embarque por el muelle del Valito. Desde ahí, se exportaban a la península y a Europa. Trabajos similares se hacían con el plátano y en menor proporción con berenjenas, naranjas, limones..
Trajeron mucha prosperidad para Adeje y sus alrededores, incluso venían trabajadores de otras islas, como La Gomera y Gran Canaria.
Y cuando terminaban sus labores en la huerta muchos continuaban yendo a la fabrica de empaquetado a ayudar. El numero dependía de la zafra. Entre todos sumaban alrededor de 40 o 50 trabajadores y más o menos la mitad eran las mujeres en el empaquetado de los ceretos de tomates.
Con el paso del tiempo, los subsidios cesaron y no se pudo con la competencia de la península ni de los mas baratos tomates marroquíes. El empaquetado se cerró en los años 80 y en adelante, se hizo cargo la cooperativa de San Sebastian.
El floreciente negocio de los tomates bajo los Curbelo, constituye otra época dorada, si bien corta, de la hacienda Casa Fuerte y se refleja hoy en las bellas etiquetas y marcas descubiertas casi al azar y con gran alborozo en una caja de cartón, polvorienta, en el interior del antiguo torreón.